viernes, 13 de enero de 2012

Josep Linàs, Biblioteca Sant Just Desvern







El edificio forma parte de un programa más amplio previsto por el ayuntamiento de Sant Just Desvern, sobre las colinas de Barcelona, que prevé destinar la vieja masía a espacios públicos y añadir un cuerpo principal, a construir partiendo desde cero, que albergará la biblioteca.
El proyectista ha tenido que enfrentarse con tres vínculos principales: un terreno inclinado, un parque/jardín con esencias arbóreas prestigiosas y el mantenimiento, expresamente requerido por el cliente en la regulación, de un acceso común a los edificios nuevos y a los preexistentes.
Josep Llinas decidió dejar intacta la zona sur de la manzana de edificios, que resulta ser la más valiosa en términos de árboles, pero al mismo tiempo la más impracticable y menos accesible, y decidió intervenir en la zona situada al norte.
La entrada de todo el complejo permanece donde ya estaba, en la zona central y expuesta al este, en esa parte aparece el nuevo edificio, un cuerpo bajo, de dos plantas, de forma alargada.
Casi constituyendo una pared de construcción, el proyecto se convierte en diseño a escala urbana y representa el límite este de la manzana. Una pared ondulada termina en cambio el lado norte y crea, de este modo, un tipo de gran patio interno lleno de árboles y soluciona de este modo el desnivel entre la parte este, a mayor altura y la oeste y se convierte en la protección de dos escalinatas que conducen al parque. No es la primera vez que Josep Llinas afronta el tema de la biblioteca, han pasado casi veinte años de la biblioteca de Tarragona (1985-1986) y de la de Barcelona (1987-1989).

El arquitecto ha abandonado algunos elementos peculiares de su 'modus operandi', quizás precisamente su lado más 'moderno', su regionalismo hispánico, para abrazar una velada contemporaneidad. Se declara amante de los materiales naturales pero admite considerarlos poco 'contemporáneos'. Prefiere materiales naturales porque son capaces de desaparecer, de envejecer con el proyecto y de perderse en el paisaje, al contrario de los nuevos, como el cristal, porque son infinitos.
Así, por tanto, en el proyecto de la biblioteca de Sant Just Desvern la elección de los materiales recae sobre el cemento armado y el cristal, el arquitecto español soluciona de este modo la dicotomía: cemento para la naturaleza y cristal para la contemporaneidad, resumiendo y sintetizando en su obra arquitectura global y arquitectura local.
El resultado, visible, es un cuerpo oblongo y ligero de un color cálido cortado por grandes tiras de cristal, casi una galería acristalada, las cuales buscan un intenso contacto con el exterior, una tensión hacia los árboles seculares.
Formalmente se trata de elementos ligeros que rehuyen la imagen maciza de la granja y que pueden ser interpretados como un contrapunto suyo formal. Lo que resulta es un edificio distinguible por su solidez y transparencia, por la sencillez de las líneas y la esencialidad de las formas presentes desde siempre en la obra de Josep Llinàs.